jueves, febrero 16, 2006
"QUE VIENEN LOS MALOS"
EXTRAIDO DEL ANECDOTARIO DE LA PAGINA OFICIAL DEL COLEGIO DE AMINISTRADORES DE FINCAS DE MADRID.
El administrador recibió una llamada telefónica cuando se disponía a cerrar su oficina para acudir a la junta de cada noche. Le telefoneaba un proveedor para darle una mala noticia: La comunidad “La Estación” se había quedado sin servicio de agua caliente y calefacción. Era el mes de enero.
Se había recibido el aviso de la avería. El diagnóstico era que resultaba necesario proveer unas piezas electrónicas cuyo coste en euros y tiempo se conocerían al día siguiente. La última semana se habían registrado importantes heladas y las previsiones metereológicas no auguraban una mejoría.
Retrasó el administrador su partida para informar al presidente de la comunidad y explicarle la situación. Al día siguiente le pondría al corriente de la solución y su coste.
El día siguiente fue para perdérselo. No se llevó el control exacto, pero más del 90 por 100 de los vecinos llamaron por teléfono para quejarse de la falta de servicio, preguntar por la solución y exigir que de inmediato se repusiera el servicio.
La comunicación con el proveedor y el diagnóstico no pudieron ser más desalentadores. La avería era debida a un problema en los circuitos electrónicos del sistema, para los cuales no existían repuestos dada su antigüedad. Ello conducía inexorablemente a modificar toda la instalación de puesta en marcha y control de las temperaturas, puesto que las calderas no podían funcionar sin esos controles. El presupuesto de reparación no era más halagüeño: un elevadísimo importe que la comunidad no tenía disponible en saldo ni se preveía que pudiera ahorrar en el transcurso del ejercicio ordinario.
Convocatoria de junta
El administrador informó al presidente y entre ambos adoptaron la única decisión que resultaba aconsejable. Se convocaba junta extraordinaria para esa misma tarde dada la urgencia e importancia del asunto. Se redactó la convocatoria y se enviaron copias a la finca. Asimismo, se urgió al proveedor para que vía fax o Internet hiciera llegar el presupuesto formal de la reparación que se hacía necesaria.
No se habían cumplido 24 horas desde que se había producido la avería y ya se iniciaba la junta. En un portal gélido, la temperatura rondaba los 7 grados, se reunió el 92,37 por 100 de la cuota comunitaria.
Durante el desarrollo de la junta, el presidente y el administrador expusieron pormenorizadamente lo que había ocurrido, las gestiones realizadas, la solución técnica necesaria y, finalmente, el presupuesto que se presentaba para realizar la reparación. La fórmula de pago que parecía probable, sin haber consultado a la empresa mantenedora, era un pago aplazado en seis meses, lo que suponía que por termino medio los propietarios verían cuadruplicada su aportación durante el semestre próximo. El acuerdo debía adoptarse sin falta y a partir de aquí se inició el habitual y caótico cambio de impresiones entre los asistentes en el que todo el mundo habla y nadie se entera de nada. El presidente contestaba a unos y otros. Mientras, el administrador callaba.
Al cabo de unos minutos el administrador comenzó a intentar reordenar la situación para que las conversaciones resultaran productivas. Se restableció el orden. Opinó el presidente que debía adoptarse inmediatamente el acuerdo y rogar del instalador que realizara la reparación a la mayor urgencia posible, dadas las circunstancias. Se produjo un asentimiento generalizado y pidió la palabra un propietario. La vecina que se encontraba a la izquierda del administrador le susurró:
- Ahora vienen los malos
- ¿Cómo?
- Sí, igual que en las viejas películas del Oeste. Ahora viene los malos y lo estropean todo.
Conocía bien a sus vecinos.
- Señor administrador, ¿cuántos presupuestos se han pedido para hacer la reparación?
- Sólo disponemos de éste. No ha habido tiempo para pedir otros, además es el mantenedor de la instalación el más cualificado para dictaminar y presupuestar la reparación necesaria.
- Pues eso a mí me parece muy irregular, manifestó otro de los asistentes. A la junta deben traerse al menos tres presupuestos.
- Habitualmente se hace así cuando las circunstancias lo permiten, replicó el apelado, pero en esta ocasión, tanto por lo imprevisto de la avería como por las condiciones climáticas, además de la premura en el tiempo, han hecho imposible otra cosa.
- Aquí lo que ocurre es que el de las calderas ha visto el momento de meternos un clavo y nos va cobrar lo que le dé la gana, opinó un tercero, y al administrador le parece bien porque él no tiene que pagarlo.
Había cambiado radicalmente el aspecto de la reunión, la mayoría permaneció en silencio, no fueran a tener razón los que así opinaban y resultó que finalmente se adoptó el acuerdo de “Pedir urgentísimamente nuevos presupuestos de reparación y presentarlos a junta en cuanto se dispusiera de ellos”. Se invitó a todos los presentes para que colaboraran en la aportación de los presupuestos.
Presupuestos
El despacho del administrador trabajó de nuevo a destajo al día siguiente redactando el acta y enviándola a todos los propietarios. Además hubo de recurrir a todos los proveedores de calefacción y agua caliente que pudieran reparar la instalación, y atender las llamadas de varios vecinos que, pasando frío en su casa, habían reflexionado sobre el acuerdo adoptado y opinaban hoy que se había equivocado la junta y no debía demorarse la decisión necesaria. Ya no era posible volver atrás.
De los más de quince presupuestos solicitados, la mayoría no pudo atender la petición dadas las fechas de frío intenso y sólo se concretaron cinco que llegaron después de visitar la instalación, estudiarla y proponer las soluciones que entendieron más adecuadas. Cuando se dispuso de las ofertas habían trascurrido diez días llenos de reproches, malestar y frío, mucho frío en todas viviendas que tuvieron que volver a resucitar las viejas estufas de butano.
Se convocó de nuevo junta, se entregó copia de los presupuestos, los vecinos no aportaron ninguna oferta, y resultó que la mejor opción era la del mantenedor de las instalaciones que, conocedor de la instalación que atendía, había ofrecido la solución más económica posible, independientemente de que fuera cara.
Efectivamente tuvo razón la vecina que vaticinó la llegada de los malos. Ellos llegaron, confundieron, sembraron la discordia y consiguieron una lamentable pérdida de tiempo y perjuicios para todos sus vecinos. Pero quedaron tan ufanos y satisfechos. Habían cumplido con su obligación de ser los malos de la película.
El administrador recibió una llamada telefónica cuando se disponía a cerrar su oficina para acudir a la junta de cada noche. Le telefoneaba un proveedor para darle una mala noticia: La comunidad “La Estación” se había quedado sin servicio de agua caliente y calefacción. Era el mes de enero.
Se había recibido el aviso de la avería. El diagnóstico era que resultaba necesario proveer unas piezas electrónicas cuyo coste en euros y tiempo se conocerían al día siguiente. La última semana se habían registrado importantes heladas y las previsiones metereológicas no auguraban una mejoría.
Retrasó el administrador su partida para informar al presidente de la comunidad y explicarle la situación. Al día siguiente le pondría al corriente de la solución y su coste.
El día siguiente fue para perdérselo. No se llevó el control exacto, pero más del 90 por 100 de los vecinos llamaron por teléfono para quejarse de la falta de servicio, preguntar por la solución y exigir que de inmediato se repusiera el servicio.
La comunicación con el proveedor y el diagnóstico no pudieron ser más desalentadores. La avería era debida a un problema en los circuitos electrónicos del sistema, para los cuales no existían repuestos dada su antigüedad. Ello conducía inexorablemente a modificar toda la instalación de puesta en marcha y control de las temperaturas, puesto que las calderas no podían funcionar sin esos controles. El presupuesto de reparación no era más halagüeño: un elevadísimo importe que la comunidad no tenía disponible en saldo ni se preveía que pudiera ahorrar en el transcurso del ejercicio ordinario.
Convocatoria de junta
El administrador informó al presidente y entre ambos adoptaron la única decisión que resultaba aconsejable. Se convocaba junta extraordinaria para esa misma tarde dada la urgencia e importancia del asunto. Se redactó la convocatoria y se enviaron copias a la finca. Asimismo, se urgió al proveedor para que vía fax o Internet hiciera llegar el presupuesto formal de la reparación que se hacía necesaria.
No se habían cumplido 24 horas desde que se había producido la avería y ya se iniciaba la junta. En un portal gélido, la temperatura rondaba los 7 grados, se reunió el 92,37 por 100 de la cuota comunitaria.
Durante el desarrollo de la junta, el presidente y el administrador expusieron pormenorizadamente lo que había ocurrido, las gestiones realizadas, la solución técnica necesaria y, finalmente, el presupuesto que se presentaba para realizar la reparación. La fórmula de pago que parecía probable, sin haber consultado a la empresa mantenedora, era un pago aplazado en seis meses, lo que suponía que por termino medio los propietarios verían cuadruplicada su aportación durante el semestre próximo. El acuerdo debía adoptarse sin falta y a partir de aquí se inició el habitual y caótico cambio de impresiones entre los asistentes en el que todo el mundo habla y nadie se entera de nada. El presidente contestaba a unos y otros. Mientras, el administrador callaba.
Al cabo de unos minutos el administrador comenzó a intentar reordenar la situación para que las conversaciones resultaran productivas. Se restableció el orden. Opinó el presidente que debía adoptarse inmediatamente el acuerdo y rogar del instalador que realizara la reparación a la mayor urgencia posible, dadas las circunstancias. Se produjo un asentimiento generalizado y pidió la palabra un propietario. La vecina que se encontraba a la izquierda del administrador le susurró:
- Ahora vienen los malos
- ¿Cómo?
- Sí, igual que en las viejas películas del Oeste. Ahora viene los malos y lo estropean todo.
Conocía bien a sus vecinos.
- Señor administrador, ¿cuántos presupuestos se han pedido para hacer la reparación?
- Sólo disponemos de éste. No ha habido tiempo para pedir otros, además es el mantenedor de la instalación el más cualificado para dictaminar y presupuestar la reparación necesaria.
- Pues eso a mí me parece muy irregular, manifestó otro de los asistentes. A la junta deben traerse al menos tres presupuestos.
- Habitualmente se hace así cuando las circunstancias lo permiten, replicó el apelado, pero en esta ocasión, tanto por lo imprevisto de la avería como por las condiciones climáticas, además de la premura en el tiempo, han hecho imposible otra cosa.
- Aquí lo que ocurre es que el de las calderas ha visto el momento de meternos un clavo y nos va cobrar lo que le dé la gana, opinó un tercero, y al administrador le parece bien porque él no tiene que pagarlo.
Había cambiado radicalmente el aspecto de la reunión, la mayoría permaneció en silencio, no fueran a tener razón los que así opinaban y resultó que finalmente se adoptó el acuerdo de “Pedir urgentísimamente nuevos presupuestos de reparación y presentarlos a junta en cuanto se dispusiera de ellos”. Se invitó a todos los presentes para que colaboraran en la aportación de los presupuestos.
Presupuestos
El despacho del administrador trabajó de nuevo a destajo al día siguiente redactando el acta y enviándola a todos los propietarios. Además hubo de recurrir a todos los proveedores de calefacción y agua caliente que pudieran reparar la instalación, y atender las llamadas de varios vecinos que, pasando frío en su casa, habían reflexionado sobre el acuerdo adoptado y opinaban hoy que se había equivocado la junta y no debía demorarse la decisión necesaria. Ya no era posible volver atrás.
De los más de quince presupuestos solicitados, la mayoría no pudo atender la petición dadas las fechas de frío intenso y sólo se concretaron cinco que llegaron después de visitar la instalación, estudiarla y proponer las soluciones que entendieron más adecuadas. Cuando se dispuso de las ofertas habían trascurrido diez días llenos de reproches, malestar y frío, mucho frío en todas viviendas que tuvieron que volver a resucitar las viejas estufas de butano.
Se convocó de nuevo junta, se entregó copia de los presupuestos, los vecinos no aportaron ninguna oferta, y resultó que la mejor opción era la del mantenedor de las instalaciones que, conocedor de la instalación que atendía, había ofrecido la solución más económica posible, independientemente de que fuera cara.
Efectivamente tuvo razón la vecina que vaticinó la llegada de los malos. Ellos llegaron, confundieron, sembraron la discordia y consiguieron una lamentable pérdida de tiempo y perjuicios para todos sus vecinos. Pero quedaron tan ufanos y satisfechos. Habían cumplido con su obligación de ser los malos de la película.
Comments:
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Me suena demasiado literario pa ser cierto. No me cabe duda que cosas de este tipo pasen, pero el estilo en el que esta escrito suena a exageracion y condensacion de multiples anecdotas...Y lo de "componentes electronicos sin repuestos por antiguo" suena a charanga del tio Norio. Os soprenderia la cantidad de "piezas irreemplazables" que se reparan con un poco de estaño y unos cuantos condensadores...
A mi lo que realmente me ha interesado de la historia es la forma de comportarse de la gente.
Y efectivamente, aunque es triste, la gente se comporta así, y esto pasa.
Y efectivamente, aunque es triste, la gente se comporta así, y esto pasa.
Para Slayer:
Te puedo asegurar que de literario nada, tengo casos reales bastantes más "irreales" que los aquí descritos.
Alicinarías.
Te puedo asegurar que de literario nada, tengo casos reales bastantes más "irreales" que los aquí descritos.
Alicinarías.
Ja ja ja...! Que bueno. Pobrecitos vecinos. Eso se lo mandas a Aqui no hay quine viva y te lo pagan.
Pues como bien dices, cosas peores se ven en las reuniones de vecinos. Di que si que yo hablo por propia experiencia.
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Pues como bien dices, cosas peores se ven en las reuniones de vecinos. Di que si que yo hablo por propia experiencia.
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