viernes, noviembre 25, 2005
Mi primera experiencia "laboral"
Cosas de la vida
Mi primer “trabajo” fueron las prácticas de oficina en la empresa A (vamos a llamarlo así).
Yo tenía 18 años y me pillaba al lado de casita, por eso yo misma elegí esa empresa para mis prácticas.
Llegué allí con toda la ilusión del mundo y deseando poner en práctica todas las enseñanzas que me habían impartido mis profesores en 5 años de F.P administrativo y me encontré encerrada en el archivo durante mis largas horas de “jornada laboral”.
Al mes de estar allí hablé con la profesora y le dije que la gente con la que estaba era maja pero que no estaba aprendiendo nada y que las prácticas (no remuneradas, por supuesto) eran una asignatura no un desahogo para los empresarios para no contratar gente y poner al día el archivo.
Yo, que por aquel entonces era más inocente que Willy de la abeja Maya, me tragué el cuento que me soltó mi profesora de que aguantara porque iban a contratar a una chica y el jefe les había dicho que estaban contentos conmigo. Igual después de las prácticas me quedaba allí en plantilla trabajando y al lado de mi casa.
Contrataron a otra chica, por supuesto no fui yo, fue la hija del mejor amigo del jefe, su compañero de caza. Así que el último mes de prácticas que ya estaba cansada de archivar y pegar sellos como una gilipollas, encima tenia que aguantar que la última que había llegado a la oficina me dijera lo que tenía que hacer.
Una de las secretarias, Belén, de la que guardo un buen recuerdo, y por la que la empresa funcionaba y estaba a flote, era encantadora conmigo y cuando tenia un rato me enseñaba cosas o me daba nóminas para que las hiciera (se supone que yo no podía pero ella se veía agobiada y confiaba en mi).
La otra secretaria era una repelente de la que ni siquiera recuerdo el nombre y que se dedicaba a mandarme a que le trajera tabaco cada vez que yo tenia que salir a la calle a hacer alguna gestión y a cronometrarme diciendo has tardado 15 minutos en ir al registro, has tardado 4 minutos y medio en ir a tal. El día que me tocó las narices diciendo que había tardado 5 minutos en ir a la esquina a llevar un sobre cuando solo se tarda dos le dije que era porque el estanco estaba lleno. TIA GUARRA!! Un día quiso que fuera a la droguería a comprarle quitaesmalte. Le dije que el estanco estaba al lado y no me importaba porque además Paco también me encargaba tabaco y yo misma me había ofrecido, pero que si quería hacer la compra que llamara a Mercadona y ellos se la llevaban a casa.
La última que llegó fue la hija de.... que contrataron con lo que imaginaos la manía que le cogí el primer día. Yo pensaba que ella estaba ocupando mi puesto (ilusa, ese puesto era de ella desde hacia mil) y encima va y me dice que le haga unas fotocopias. ¡Qué cara se le quedó! cuando le dije: “Mira Lola, la fotocopiadora está aquí, ven conmigo. Le pones el papel de esta manera, le aprietas al botoncito y te salen las fotocopias, ahora ya sabes tu sola.
Desde ese día no me quedé un minuto más de mi horario, no fui andando deprisa para llegar cuanto antes a la oficina y en el archivo sonaba mi radio para alegrarme la jornada.
De todas formas no iba a cobrar un duro, no creo que fueran tan mala gente como para suspenderme la asignatura (me pusieron un aprobado), que por otro lado me hacía media con el examen en el que había sacado un 8 y ese último mes en mi archivo, cumplí con mi trabajo, me relajé y dejé de amargarme la vida.
Besoides.
Mi primer “trabajo” fueron las prácticas de oficina en la empresa A (vamos a llamarlo así).
Yo tenía 18 años y me pillaba al lado de casita, por eso yo misma elegí esa empresa para mis prácticas.
Llegué allí con toda la ilusión del mundo y deseando poner en práctica todas las enseñanzas que me habían impartido mis profesores en 5 años de F.P administrativo y me encontré encerrada en el archivo durante mis largas horas de “jornada laboral”.
Al mes de estar allí hablé con la profesora y le dije que la gente con la que estaba era maja pero que no estaba aprendiendo nada y que las prácticas (no remuneradas, por supuesto) eran una asignatura no un desahogo para los empresarios para no contratar gente y poner al día el archivo.
Yo, que por aquel entonces era más inocente que Willy de la abeja Maya, me tragué el cuento que me soltó mi profesora de que aguantara porque iban a contratar a una chica y el jefe les había dicho que estaban contentos conmigo. Igual después de las prácticas me quedaba allí en plantilla trabajando y al lado de mi casa.
Contrataron a otra chica, por supuesto no fui yo, fue la hija del mejor amigo del jefe, su compañero de caza. Así que el último mes de prácticas que ya estaba cansada de archivar y pegar sellos como una gilipollas, encima tenia que aguantar que la última que había llegado a la oficina me dijera lo que tenía que hacer.
Una de las secretarias, Belén, de la que guardo un buen recuerdo, y por la que la empresa funcionaba y estaba a flote, era encantadora conmigo y cuando tenia un rato me enseñaba cosas o me daba nóminas para que las hiciera (se supone que yo no podía pero ella se veía agobiada y confiaba en mi).
La otra secretaria era una repelente de la que ni siquiera recuerdo el nombre y que se dedicaba a mandarme a que le trajera tabaco cada vez que yo tenia que salir a la calle a hacer alguna gestión y a cronometrarme diciendo has tardado 15 minutos en ir al registro, has tardado 4 minutos y medio en ir a tal. El día que me tocó las narices diciendo que había tardado 5 minutos en ir a la esquina a llevar un sobre cuando solo se tarda dos le dije que era porque el estanco estaba lleno. TIA GUARRA!! Un día quiso que fuera a la droguería a comprarle quitaesmalte. Le dije que el estanco estaba al lado y no me importaba porque además Paco también me encargaba tabaco y yo misma me había ofrecido, pero que si quería hacer la compra que llamara a Mercadona y ellos se la llevaban a casa.
La última que llegó fue la hija de.... que contrataron con lo que imaginaos la manía que le cogí el primer día. Yo pensaba que ella estaba ocupando mi puesto (ilusa, ese puesto era de ella desde hacia mil) y encima va y me dice que le haga unas fotocopias. ¡Qué cara se le quedó! cuando le dije: “Mira Lola, la fotocopiadora está aquí, ven conmigo. Le pones el papel de esta manera, le aprietas al botoncito y te salen las fotocopias, ahora ya sabes tu sola.
Desde ese día no me quedé un minuto más de mi horario, no fui andando deprisa para llegar cuanto antes a la oficina y en el archivo sonaba mi radio para alegrarme la jornada.
De todas formas no iba a cobrar un duro, no creo que fueran tan mala gente como para suspenderme la asignatura (me pusieron un aprobado), que por otro lado me hacía media con el examen en el que había sacado un 8 y ese último mes en mi archivo, cumplí con mi trabajo, me relajé y dejé de amargarme la vida.
Besoides.
Comments:
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Menuda historia. Que duras son las practicas.
Por lo menos te dejaban poner la radio. Como lo echo de menos, entre otras cosas.
Por lo menos te dejaban poner la radio. Como lo echo de menos, entre otras cosas.
Yo creo que en esa asignatura aprendiste mucho. MUCHO; MUCHO. Oye los de la fotocopiadora estuvo genial.
hola, nunca sé qué blog elegir para dejarte un comentario porque en tu perfil aparecen dos. llevo tanto lío de blogs, fotologs y demás "ogs" que ya no sé ni sikiera si te he dado las gracias por haber visitado el mío ;**
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